domingo, 26 de octubre de 2014

El profesor de Frank McCourt


EL PROFESOR
He terminado de leer este libro, con capítulos que han captado más mi atención que otros, algo que suele ocurrir con la mayoría de las novelas que se leen, no obstante, para mí este no es un libro más, ya que al ser yo docente y desempeñar mi profesión, durante un largo periodo de tiempo, en un instituto, me he sentido cercana al autor en muchos aspectos. Confieso que, cuando leo la inquietud que muestra ante lo que hace en clase, cuestionándose si es o no lo correcto, yo también me lo he cuestionado muchas veces. Cuando utiliza métodos poco ortodoxo para captar la atención de su alumnado, llegando así a dominar la clase y poder impartir enseñanza, también me he sentido identificada. Luego hay otro aspecto de la obra, que al igual que en las que le preceden me ha llamado la atención y es esa gran dosis de humildad. Es tan humilde en su relato que no le importa confesar sus fracasos más estrepitosos: no consigue mantenerse como profesor universitario, no consigue sacar el doctorado en El Trinity College, no consigue mantener su matrimonio...
Hablando con algunos miembros de este club, me he dado cuenta que no les ha gustado esta tercera parte; puede que no haya gustado porque se aleja del argumento anterior yo les respeto y comparto con ellos que es más floja que las obras anteriores, pero hay que mirarla desde otra perspectiva, es decir, que sigue siendo autobiográfica pero no se adentra en sus problemas y vivencias familiares, aquí se desvía de lo personal para introducirse totalmente en su vida profesional.
El relato está bien escrito, empieza cuando McCourt tiene 27 años, instalado en Nueva York, inicia una actividad académica con poca formación pedagógica. Se ha de enfrentar a un entorno tan duro como el neoyorquino que le resulta difícil. Haciendo más caso a su intuición que a los programas académicos, e improvisando, en la impartición de sus clases, consigue despertar el Interés de su alumnado. Conoce sus vidas, sus problemas y sabe llegar a ellos. Se desarrolla durante un largo periodo de tiempo, treinta años de docencia, que atraviesa por diferentes etapas condicionadas por los diferentes centros de Nueva York por los que va desempeñando su profesión, con un paréntesis de dos años en Irlanda, en Dublin, alejado de la docencia para hacer un doctorado que no es capaz de sacar. Termina con el último día de clase antes de su jubilación.

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